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La serpiente de Eva

Querida Rebekah


He leído la entrada de tu blog. Me removió el agua que vive en mí. La última frase: Ser tan vulnerable y atendida es lo que siempre quise; me refleja profundamente.


Quizá porque es temporada de Escorpio; quizá porque la empatía se me enciende y te imagino en esa situación con todas esas emociones; quizá porque también he sabido ser obstinada, terca y “me las puedo sola”; quizá por todas la anteriores. Lo cierto es que solo quiero que nos abracemos y que tengamos el valor de ser vulnerables. Llorar, reír, acariciarnos la pela y hacernos bolita para dormir. En medio de tanta promoción de la individualidad, de las prisas y los movimientos; hacer un alto amoroso y mostrarnos con nuestras heridas abiertas, con las sanadas y con la piel que está al borde de romperse, con lo que está bajo nuestro control y lo que no, con nosotras al centro.


Ser, simplemente ser.


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Anhelo lo mismo que tú, solo quiero poder ser vulnerable y atendida. A veces me siento como un animal herido que muestra los dientes a quien se acerca, desconfiando, amenazando con atacar en busca de prevalecer. A veces siento que sobre-reacciono y luego siento culpa por ello.


¿Dónde se guarda el espacio para la vulnerabilidad?


¿Está afuera o dentro de nosotras?


¿Cuál es la manera de co-crearlo?




Sé que la respuesta está dentro de mí; darme permiso de ser vulnerable, de mostrarme rota e inexacta. También sé que la respuesta tiene que ver con el afuera; con la cultura, las formas y la sociedad que sostiene estas mascaras de la fuerza absurda, donde las lágrimas y los descansos no tienen espacios.


Sé tanto y al mismo no sé nada.


El otro día tuve la oportunidad de pasar tiempo con una serpiente que está acostumbrada a la socialización humana. Estaba absorta de la belleza de este ser, de sus manchas, de la forma en que se movía. Uso mis brazos como si fueran ramas de árboles y con movimientos lentos pero contundentes me iba trepando, sentí como sus músculos del abdomen me pellizcaban la piel al moverse. En algún momento una parte de ella quedo sobre la palma de mi mano y ahí sentí el latido de su corazón (se me sale el suspiro mientras lo recuerdo). Ahora entiendo porque Eva tuvo como amiga a una serpiente:


es intuitiva,

cautelosa,

encantadora,

selectiva


y claro, sabe de transformaciones, cambia de piel cada que le va quedando chica. Se despide de esa piel en pro del crecimiento: se limpian de parásitos, sanan heridas de la piel vieja y se deshacen de viajas escamas.


Hoy solo quiero sentir.


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Y te digo que te sentí a través de tu texto, agradezco las palabras plasmadas en tu blog (https://crescentphrasing.com/2023/11/02/09-19-23/) y que me motivaras a leerte.


Perdernos para encontrarnos.


En medio de nuestro propio caos sabemos cuándo es necesario soltar todo aquello que hemos sido, para permitirnos renacer.


Renazcamos como un acto de transformación.




Cambiar de piel, dices tú.

Rendirme ante el cansancio, digo yo.


Hoy me doy permiso de soltarlo todo. Me permito entregarme a la tierra y permitirle que me tome como abono, que me convierta en tierra fértil para lo nuevo que viene.



Que así sea.




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