El Huerto
- Mujer Manantial
- 26 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 may
De la tierra somos.
Mi experiencia en la siembra: Un viaje de aprendizaje y conciencia.
Belen Daanae Huerta Morán
Adentrarme formalmente en el mundo de la siembra es una experiencia que me llena de emoción y nerviosismo. Sembrar no es solo colocar semillas en la tierra y esperar; es un acto de paciencia, cuidado y conexión con la naturaleza. La última vez que tuve contacto con la siembra fue hace años, en el jardín de mi casa, ahora, he retomado esta práctica en el taller de Huerto, donde he aprendido la importancia de conocer el origen de los alimentos que consumimos y entender cómo fueron cultivados nuestros alimentos, tener el conocimiento de qué sustancias se utilizaron en su producción nos permite tomar decisiones más conscientes sobre lo que llevamos a nuestra mesa.
A través de esta experiencia, he comprendido que sembrar va más allá de un simple proceso agrícola; es una forma de reconectar con la tierra, valorar el esfuerzo detrás de cada alimento y promover una alimentación más saludable y sostenible. Al cultivar nuestros propios alimentos, siento que contribuyo, aunque sea en pequeña medida, a un movimiento global que busca fortalecer la producción local y sostenible, permitiendo que los pueblos definan sus propias políticas agrícolas y alimentarias.

Es fundamental reflexionar sobre los desafíos que enfrentan las ciudades en materia de alimentación. La urbanización ha generado una creciente desconexión entre las personas y sus fuentes de alimento, lo que ha llevado a una dependencia excesiva de productos industriales. Muchos de estos alimentos procesados no ofrecen los niveles adecuados de proteínas y vitaminas esenciales, afectando la calidad de la nutrición. En este contexto, organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) desempeñan un papel importante en la promoción de iniciativas como el etiquetado frontal de los alimentos y la implementación de perfiles nutricionales más transparentes. Estas medidas buscan garantizar que los consumidores puedan tomar decisiones informadas sobre su alimentación, fomentando hábitos más saludables y sostenibles. Además, el acceso a alimentos frescos y saludables puede ser limitado en áreas urbanas, lo cual agrava problemas de salud pública.
Estoy ansiosa por ver los frutos de este aprendizaje y compartir este camino con quienes, como yo, anhelan reencontrarse con la naturaleza y redescubrir la esencia de los alimentos que nos nutren. Porque sembrar no es solo cultivar la tierra, también sembrar conciencia, gratitud y armonía con el entorno.
Creyendo que soy una semilla enamorada que sueña en germinar en este mundo, sigo creyendo que las personas somos semillas que podemos florecer y germinar, que necesitamos agua, tierra, fuego y aire, que cambiamos a grandes pasos, vivimos, respiramos, sentimos y forjamos vivencias.

En el Huerto he tenido la fortuna de coincidir con muchas semillas, a todas las quiero ver crecer, a veces me ayudan con sus risas y su compañía se convierte en esa agüita que recorre mi raíz. Una semilla en especial quiero abrazar, pero no quiero que sus ramitas se rompan, entonces desde cerquita le susurro a las suculentas lo alto que puede llegar a ser esta semilla que quiero y riego, aunque en algunas ocasiones las gotas
levantan el vaso. A medida que el tiempo avanza, quiero cambiarle su maceta y en todo momento ver que todo marche para bien, que sus raíces no se estresen, que sus hojas crezcan y cada que sus sustratos este seco, ayudar a las gotas de agua llegar a él.
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